A la mayoría de nosotros nos gusta ver revistas, fotos online, artículos de gente que tiene jardines preciosos, lugares increíbles, a veces llenos de colores, otras monocromáticos.
A unos les gusta el otoño y el invierno, y en esos lugares la naturaleza nos muestra sus cambios, su evolución y su crecimiento. Otros prefieren sentirse rodeados de verde todo el año, en sus diferentes matices que nos dan las plantas, verde claro, oscuro, algún azulado, y los grises.
Todos los casos son un reflejo de nosotros mismos, un espacio donde podemos descansar porque nos sentimos en nuestra esfera más íntima.
En cada lugar que veo, busco mi reflejo, y así busco también reflejar el alma del otro en su espacio.
Puede ser un jardín, un balcón, un patio, una oficina donde pasamos horas trabajando y a veces, por qué no, soñando. Todos son espacios donde por unos segundos necesitamos reencontrarnos con nosotros, y las plantas tienen ese mágico encanto que nos transporta a nuestras raíces, y nos aportan ese minuto de paz.
Atreverse a dejarnos atrapar por su energía, por la magia de los colores y la vida que nos rodea... ¡es un intento que vale la pena!